lunes, 13 de mayo de 2013

Aquel no era yo

La prestigiosa aunque irregular trayectoria de Esteban Crespo se merecía una guinda como este corto, del que intuimos que probablemente sea el último antes de dar el salto al corto. Aquel no era yo es una obra perfecta y redonda, espectacular, con mensaje, bien escrita, bien rodada, muy bien interpretada, con un despliegue de medios apabullante y que lo tiene todo para triunfar.




Aunque este todo para triunfar sea quizás su principal defecto. Muy autoconsciente de la importancia del proyecto, del impacto del tema y el desarrollo de la trama, de lo premiable del producto en sí, no arriesga en lo formal y pisa sobre seguro en lo narrativo (pese a que algunas escenas son muy duras de ver, como una muerte imprevista y una desgarradora violación, quizás sean giros para dejar mella en la sensibilidad del espectador).

Con un presupuesto así hay que saber lo que se juega, y Crespo y su equipo echan todas las cartas sobre la mesa para ganar haciéndonos vivir una experiencia inolvidable y concienciarnos sobre un tema. el de los niños soldados, del que nunca se habla lo suficiente. Aplaudimos la iniciativa de tratar este tema sociopolítico, y que encima lo haga de forma espectacular y entretenida. Pero siempre queda la duda sobre la honestidad de un proyecto así. Es decir, los cineastas españoles hace tiempo que saben que los temas sociales y los niños ponen de su lado a crítica, jurados y a mucho público. Entonces mezclar esto con una trama donde se permiten tiros, explosiones, acción y lucimiento de habilidades técnicas es una fórmula muy atractiva para el triunfo. Y cómoda cuando no se arriesga, no pone nombres a los soldados, a los países, a los conflictos. Si se trata y crítica un tema real hay que ser más concreto y ajustarse a lo verídico. ¿Alguna vez estos ejércitos africanos han ajusticiado a médicos españoles inocentes? ¿Es una denuncia o un truco de guión? Es muy difícil separar espectáculo de conciencia política y social.

 


Pero sea cual sea su objetivo y trasfondo logra un éxito sin parangón en la historia del cortometraje español reciente, haciendo una obra excelente en todos los aspectos, con un realismo sobresaliente al que ayudan todos los actores, desde el habitual en la obra de Crespo Gustavo Salmerón en un papel poco agradecido hasta el último extra, con actores que dan auténtico miedo y con mención especial para Alejandra Lorente, una actriz todoterreno. Pero con una verosimilitud menor que en otros trabajos donde el director ha puesto más de su propio mundo y de sí mismo como Lala o Amar.
Esperamos con ilusión los próximos trabajos de Crespo y su equipo, valor seguro seguro del cine español.

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