lunes, 21 de marzo de 2016

El corredor

El último ganador del Premio Goya al Mejor Cortometraje es una obra firmada por el laureado director José Luis Montesinos.
Un corto aparentemente sencillo pero con un guión muy bien construido que entretiene y nos mantiene envueltos en la intriga de este juego de casualidades y engaños con la crisis económica de fondo, pese a la previsibildad de la trama en la segunda mitad, aunque no tan importante ya que forma parte del mecanismo que el espectador haga sus cábalas sobre quien dice la verdad.

Un corredor de mediana edad se encuentra con un "elegante" hombre más joven, a quien no recuerda pese a haber sido su empleado anteriormente ¿o sí le recuerda? El más joven le culpa se haberle dejado en el paro, para lo cual el arruinado jefe tiene una justificación, su empresa fue víctima de la crisis y ahora está arruinado ¿o no?, el antiguo empleado le cree ¿o no? y así sucesivamente en un juego de posibles verdades e identidades que funciona a la perfección. Tecnicamente saca lo mejor del lugar donde está rodado, un muelle de un puerto deportivo que da vida al corto, el lugar límite donde los ricos se separan de la clase media en sus yates. Un exterior dinámico y vivo, algo poco común en el corto español, del que se saca gran partido con la profundidad de campo en puntuales momentos, lo que es de lo más destacable en la dirección de Montesinos, sencilla, realista y precisa, justo lo que el corto necesita. Además una ajustada dirección de actores saca lo necesario de los protagonistas, sobretodo de Miguel Ángel Jenner, el corredor; mientras que echamos en falta una interpretación más expresiva y gamberra en el personaje de Lluís Altés. El moderno pero no estridente montaje y la fría y funcional fotografía, con buen juego de enfoques y movimientos, ayudan a redondear un corto que si bien no es espectácular tampoco le hace falta.
En definitiva, una de nuestras opciones favoritas, un engranaje perfecto y con contenido social (aunque no de tan largo alcance), muy digno ganador del premio Goya.

miércoles, 2 de marzo de 2016

En la azotea


Desde la escuela de cine catalana ESCAC salen todos los años cortometrajes que trascienden por mucho su concepto de trabajo de clase. Y En la azotea es uno de ellos. Uno de los mejores cortos del año en el que el joven Damiá Serra Cauchetiez se perfila como un alumno con mucho futuro.

En la azotea es una pieza aparentemente sencilla, sobre todo en su guión. Unos adolescentes se reúnen en verano en una azotea para ver a una vecina de un edificio más bajo que toma el sol desnuda. Los jovenzuelos, algunos demasiado cerca de la infancia para conocer el verdadero deseo sexual, hacen todos los comentarios y bromas que los machitos de su edad hacen en grupo, presumiendo de su virilidad y de su libido. Pero quizás sea una pose en alguno de ellos. El prota prefiere mirar de reojo a un vecino, y su panda parece que le pilla.

Esta historia, además de su claro valor social y educativo, pues habla de homofobia y actitudes machistas, es un prodigio de narración. Crea suspense por saber que va a ocurrir si el secreto es descubierto, pero la historia va más allá y nos lleva a una situación emocionante de las que te congelan en el asiento cuando se exige la prueba de hombría, encaramarse a la barandilla poniendo en riesgo la vida. Una prueba que en el fondo no tiene nada que ver con la homosexualidad si no con la valentía y el ser consecuente con uno mismo.

La dirección del joven Damiá es modélica. Destaca sobre todo la dirección de actores, un prodigio ya que saca gran naturalidad de todos ellos dando gran veracidad a la historia, pero además consigue definir cada carácter. Nils Cardoner está sencillamente perfecto como el sensato y valiente chaval que oculta su secreto pero que aprende a ser honesto consigo mismo. Mientras que Roger Príncep, como el líder de los machitos, crea un personaje odioso al que para sorpresa, acaba dando un interesante nivel de ambigüedad.
No sólo mediante la interpretación se definen los personajes, y es  muy interesante como mediante la posición y distintos encuadres une en grupo (casi manada) a los chavales o los separa en los momentos en los que corresponde el guión. Unido a una puesta en escena dinámica y que consigue dominar la intriga y el retrato psicológico. Un bonito final pone el broche de oro a un trabajo de matrícula de honor.

La película, pese a su mensaje social, no es nada moralista y este aparece sin estar forzado ni edulcorado ni es nada artificial como tantos otros cortos a los que se le ve la intención, y pese a ser un proyecto de escuela es bastante valiente al presentar desnudos, un lenguaje bastante ordinario, personaje(s) gays y actitudes machistas en un entorno preadolescente.