viernes, 13 de diciembre de 2013

Marion



Es curioso ver que ven diferentes personas en el mismo cortometraje. Puede ser porque tenga diferentes lecturas o simplemente porque está tan vacío que la gente tiende a rellenarlo con sus propias teorías. 
En el caso de Marion habrá quien vea algo, pero en realidad está tan vacío como esos salones en los que se desarrolla, como los ojos de la protagonista.



El tema de la realidad virtual puede ser interesante, aunque pensamos que en el cine se ha explotado demasiado antes de su materialización en la vida real. Aquí tenemos lo que podría ser un interesante acercamiento al tema, prostitución virtual, pero con una premisa demasiado vista ya: el cliente de putas sensible que sólo las contrata para hablar con ellas. Es curioso este tópico que se nos repite año tras año en infinidad de películas y cortos. En fin, Marion resulta ser una sofisticada criatura virtual, elegante y sumisa, por supuesto. Hay una falta de verosimilitud sacrificada por la pedantería que es el uso de las lentes en este servicio, si fuese esto posible habría un zoom, un agrandar pantalla, no cambiar de lente, lo cual denota una ingenua pretenciosidad al tratar de equiparar ese encuentro con un cineasta que lo crea eligiendo (caprichosamente) el plano.
Lo peor de todo es que se alarga demasiado, llevándolo más allá de lo monótono y aburrido. Puede que haya quien lo vea como algo hipnótico, o un ejercicio de estilo o formalismo que puede recordar al cine de Resnais, pero estás supuestas veleidades artísticas se disipan cuando vemos la verdadera naturaleza de este corto al llegar a su final "sorpresa", un chiste demasiado poco original y que además incluso puede molestar al colectivo al que atañe por la ligereza con la que lo toma.
Una perdida de tiempo total en la que sólo podemos destacar la suerte que han tenido con esas elegantes localizaciones y el acierto de casting que supone la sugerente artificialidad de Kate Elson.

Miguel Santos

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