domingo, 24 de abril de 2016

El trastero

El veterano director Gaizka Urresti vuelve a la carga con un corto sencillo y sensible, pero con una cuidada producción y un reparto de primera. A Carmelo Gómez, un actor cada vez más alejado del cine (en principio porque se niega a hacer castings), es difícil verle fuera de los escenarios últimamente, con lo que poder disfrutar de su presencia en un corto es un lujo. Interpreta a un hombre de negocios, aparentemente ocupado y frío, que se verá abocado a enfrentarse con sus más tiernos sentimientos. Una carta le dice que ha de ir a buscar unos muebles de su familia, y él ha de cumplir el tramite, imaginamos que por compromiso, pero dado su carácter, también para sacar alguna tajada. Como veremos después, desde pequeño estaba orientado a buscar dinero, como comprobamos en un momento fundamental del corto.
Pero una vez enfrentado al interior de ese trastero, con los muebles de la casa de su infancia que fueron depositados allí cuando sus desvalidos padres debieron de trasladarse a una residencia ya que sus hijos se encontraban en el extranjero. Años después murieron sin contar a sus descendientes el secreto. Cual magdalena proustiana, los sillones, muebles camas y otros enseres familiares trasladan a nuestro protagonista a un mundo de recuerdos de infancia. El sillón donde él encontraba las monedas pérdidas por su padre, la cama donde su padre le leía libros, el salón donde se materializaba la magia cada seis de enero. Momentos de gran calado emocional que se ven reflejados en pantalla con unos deliciosos flashbacks donde vemos a los protagonistas cuarenta años antes cual fantasmas siendo observados por el protagonista. Un precioso recurso tener en plano a los dos actores que interpretan al mismo personaje.

Pese a los grandes logros el corto se pasa de sensible llegando a lo sentimentaloide. La culpa principal la tiene la música, una música omnipresente que rocía azúcar por cada escena que toca. Es una pena que pese a que los recuerdos que vive el personaje principal tienen un toque amargo (la primera vez que habla de la muerte con su padre, la doble pérdida de la inocencia en una misma noche (en la que descubre el sexo y la verdadera identidad de los Reyes Magos), todo tiene un cariz demasiado ñoño por culpa de esa asfixiante banda sonora. No sólo por eso, también algunas interpretaciones y en general el enfoque de Urresti a la hora de abordar la puesta en escena lo resaltan. Es curioso que en el corto nombran la serie española Cuéntame, pero aunque no hubiese esa referencia explícita es seguro que nos vendría a la cabeza. El trastero tiene esa gran profesionalidad de la buena ficción televisiva, pero adolece de cierta falta de personalidad. La dirección es académica y los buenos hallazgos quedan diluidos en la convencionalidad.
La personalidad del director viene más dada en el tema del paso del tiempo y la soledad de los ancianos... que lo entronca directamente con su anterior corto, el premiado, original y maravilloso Abstenerse agencias. Como en aquel, combina nostalgia con actualidad. El guion (del propio director basado en un relato de Carlos del Amor) es lo mejor del corto, y en su breve recorrido además de desarrollar la historia principal le da tiempo a dar muy buenas pinceladas sobre la realidad de hoy en día, la globalización y la crisis.

El reparto está bien, sobre todo el gran Carmelo Gómez que compone una sutil interpretación con un personaje con gran recorrido, es muy emotivo ver a este hombre de negocios sucumbir a los recuerdos. La eterna promesa Unax Ugalde no destaca tanto como padre pero es de agradecer su profesionalidad y experiencia. Y Gorka Aguinagalde borda su personaje de encargado del almacén, dando frescura a la trama. El resto del reparto no desentona, ni los niños ni la madre.
En definitiva, un bonito corto al que auguramos grandes premios, sobre todo del público, en el que todo encaja, tocará la fibra sensible de todos y con su bonito final deja un buen sabor de boca que hará que permanezca en el recuerdo como aquellos muebles en el alma del protagonista.

viernes, 22 de abril de 2016

El pescador

Elogiable es el esfuerzo de Alejandro Suárez y su equipo de rodar en Hong Kong y en cantonés esta espectacular producción, en la que intuimos menor presupuesto del aparente ya que los resultados de la postproducción son excelentes.
Enmarcado en el género fantástico no deja tocar otros temas, funcionando incluso mejor en la primera parte, más social y autóctona que en la previsible pero eficaz parte final de efectos especiales.
Un viejo pescador a punto de perder su medio de sustento de vida es se resiste a dejase engullir por el mundo globalizado del que el puerto de Hong Kong es un metafórico y perfecto escenario: las pequeñas embarcaciones tradicionales se combinan con grandes cargueros y los imponentes rascacielos, muestra del capitalismo que ataca a nuestro protagonista con alargados tentáculos, los últimos en forma de capos locales a los que ha de hacer cara el testarudo pescador. Decide luchar hasta el final por conservar su barco y hacerse a la mar para conseguir una captura que salde sus deudas, algo bastante improbable que le convierte en quijotesco personaje.

Él solo en la noche deberá luchar ahora contra un peligro más físico, un monstruo de las profundidades marinas cuyo valor metafórico realza la primera parte, y como ha demostrado a sus acreedores y vecinos, luchará hasta el límite de sus fuerzas para vencer al monstruo.
Un espectacular final con una excelente fotografía nocturna, gran uso del montaje y de la postproducción para convertir en real el peligro con maestría para solventar la falta de medios, hacen de este corto una magnífica carta de presentación. Lo único reprochable es que esta parte quizás esté demasiado alargada y los momentos de la lucha sean repetitivos, a lo que no ayuda que haya sólo un personaje que pese a que es admirable en su determinación no es especialmente carismático.
En cualquier caso, y volviendo a la metáfora, es encomiable la determinación con la que estos jóvenes españoles luchan contra superproducciones, usando sus propias armas para conseguir hacerse un hueco en el competitivo mundo del fantástico y del cine de acción, como ya habían conseguido con su también espectacular cortometraje bélico Hidden Soldier.