jueves, 28 de noviembre de 2013

Mi ojo derecho

Bonito homenaje a los abuelos. Un cortometraje bien realizado y sin muchas pretensiones que logra tocar la fibra sensible de un amplio espectro de la audiencia. Todos hemos tenido abuelos, casi todos hemos sufrido su perdida, y la mayoría hemos creado un vínculo especial con los abuelos siendo niños. Y nos hemos distanciado conforme crecíamos, con lo cual es fácil poder identificarse con el joven protagonista interpretado por Albert Pra.
Es uno de esos cortos que saben combinar sabiamente comedia y drama, como en la vida misma, y más tratando este tema. Los flashbacks que nos recuerdan a una abuela jovial y activa, pese a ser una señora mayor, en total complicidad con su gracioso nieto, contrastan duramente con la realidad del presente en el que esa misma mujer, en pocos años, ha decaído totalmente, la vitalidad ha dado lugar a un estado de adormecimiento, la relación nieto-abuela se ha deteriorado por la frialdad que los años dan al joven, y el paso del tiempo en el cerebro de la tata. (Quizás el principal defecto de la película sea la falta de continuidad en el casting entre las actrices que interpretan al mismo personaje en distintos momentos de su vida). Es interesante también el hecho de que el protagonista sea un chico, lo cual contrasta con la actitud y relación de su hermana, que quizá no haya sido tan intensa pero en la que, sin querer generalizar, las mujeres se entienden mejor en el trato y tienen el don de mostrar cariño en los momentos más complicados.

La canción O sole mio se encarga de dar más emotividad a este último reencuentro.
Quizás demasiado azucarado, lo que quita peso específico a un tema que podía haber dado lugar a una reflexión más profunda, pero la ternura de este homenaje a todos los abuelos derramará más de una lágrima en sus proyecciones.

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