jueves, 14 de enero de 2016

Los Cárpatos

Como es tendencia en el corto español, la nueva propuesta de Daniel Remón, es un cortometraje con unidad de espacio y tiempo. (Nota mental: ¿para ahorrar costes de producción? ¿Para cumplir con el gusto que triunfa en los festivales españoles? Bueno, en este caso la inteligente historia funciona bien así). Bien dirigido, muy bien interpretado, muy bien fotografiado. Una conversación entre dos hermanas a altas horas de la madrugada, tras una moderada noche de fiesta en la que la mayor ha bebido un poco de más... aunque se intuye que por haber tenido anteriormente problemas con el alcohol ese poco es demasiado.


Las dos mujeres están perfectamente interpretadas por las actrices, aunque no alcanzan el vuelo suficiente para sacarlas del estereotipo. Sonia Almarcha, una mujer de clase alta en crisis de los 50, que gracias al alcohol se desinhibe y cuenta a su hermana un secreto (o una mentira), cumple de sobra el complicado cometido de hacer creíble su estado de ebriedad. Cecilia Freire juega a la hermana responsable pero que trata de comprender, un poco como el papel de profesora que le dio fama en cierta serie de televisión.

Hay otro personaje, que no aparece. Un joven rumano muy presente en parte de la conversación y cuyo origen da lugar al título. El diálogo gira en torno a él, y a la prejuiciosidad de una hermana con respecto a la condición de inmigrante del este del chaval; y la pasión "ciega" o las ganas de aferrarse a cualquier cosa de la más mayor, que pretende huir con el chico ante la sorpresa y desconfianza de su interlocutora. El hábil guión funciona como un reloj y nos hace primero plantearnos si el romance es cierto; y si el rumano está enamorado o simplemente la ha seducido para aprovecharse económicamente de ella. Al final descubrimos que, de momento, ha robado la tele. Al final el prejuicio xenófobo vence y ese es el mensaje que queda en el corto. Otro delincuente del este. ¡Es que no hay que fiarse! Un corto sobre un rumano que chulea a una pija y la roba. Probablemente el guionista y director no sea ni consciente de esto... ni el público, que se quedará con que es una critica a las mujeres que representan. El ladrón no aparece en el corto, no tiene derecho a defenderse o a justificar sus acciones y lo que es peor, no tiene opción a salir del estereotipo por sí mismo. Que se decida hacer (y premiar) un corto con esta premisa es un curioso síntoma de nuestros tiempos. Si no hubiese desaparecido el televisor, todo hay que decirlo, hubiese sido muy diferente.